Lo triste de este mundo, es que ya en su origen estuvo la decepción. Dios al principio dijo: "fiat lux!" (¡hágase la luz!), y hubo luz. Entonces Dios sintió una honda decepción al ver que, ya que no había nada, su reciente invento era perfectamente inútil e imperceptible. Ahí fue cuando a Dios se le ocurrió hacer el mundo, para que la luz recién creada pareciera tener razón de existir y no fuese un testimonio de divina torpeza y eterno ridículo.
Sábado 18 de agosto, 2007
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