sábado, 27 de diciembre de 2008

Condicionalidad

La clave de nuestra fe de todos los días es que él no sea necesario. Lo más importante, y a la vez, lo que nunca se menciona, es que toda explicación no debe necesitarlo, cada cosa que suceda en el tubo de ensayo, en la intimidad del acelerador de partículas o en el seno de un cultivo de bacterias, debe explicarse sin él, sin su inescrutable capricho ni su misterioso proceder. Por eso es que el segundo antes de revelar cada resultado, se contiene la respiración y se cierran los ojos, justo antes que la película fotográfica muestre su secreto, en el momento preciso en el que se van a medir las distancias, todo pende de nuevo de un hilo, y la solidez de este camino en solitario se pone a prueba cada vez y en todas partes. Porque cuando los genes necesiten de él para explicarse y todos los modelos fallen sino lo contienen al describir los átomos o las estrellas, entonces marchar bajo el cielo desierto será imposible, y habrá que comenzar de nuevo con la tarea perpetua de buscar una alternativa, un puente en el que podamos ser libres... por lo menos para morir.

No hay conocimiento sin dolor, no hay comunión con lo desconocido.

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