miércoles, 29 de abril de 2009

Otro odio. Opus 29/04/2009

En el fuego desaforado de mi locura personal, íntima, y desolada, hasta he podido odiarla a ella. Por ese fuego que no me quema, por ese fuego que no desea quemarme, por ese silencio que me desarma y por esa que me perpetra ese silencio, por todos ellos odio. Porque en el desierto último de mi santuario siempre hallo los ojos vacíos de la negación indiferente que no puedo olvidar, porque renuncié a todo orgullo pidiéndole al dios mismo que sus labios pronunciaran mi nombre, y en el corazón artero del dios sólo estaba la sonrisa ladina de los crueles y los ruines, por eso odio. Porque me escondí en trampas y redes para deletrear el signo del dolor, porque sepulté el cáliz de la adoración ahí donde la flama no se encendió, porque tuve que forjar un dios nuevo en un pozo de viento y escarcha, por eso odio. En esta hora oscura, en el día sobrecogedor, en las mañanas gloriosas, odio, odio, odio, por puro dolor, por puro espanto, por ser otro vil esclavo de otra marea interior. Me estremezco con un temblor que no te toca, y entre mis manos comienza a derramarse un tiempo irreversible y fatal, entonces intento rodearte, intento jugar el juego de soñar, y voy, voy, voy, hacia un cielo de mal, me desato subiendo una escalera hacia atrás, me precipito hacia un silencio cálido, y escucho acurrucado, en tu regazo, un rumor que no me llama, otro temblor que no me toca, y espero el paso, espero las eras, y miro el cielo, y no hay respuesta, y te pregunto si es la sombra, y me dices que no es nada, y el naufragio da una comba, y el dolor toma forma, camina hacia mi, me sonríe, me abraza, pero yo añoro tu ocaso, y es que no sé si añorar o no, sólo sé que extraño un rumor que no me llama, un fuego que no me quema y un temblor que no me toca.

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